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LA HOMEOPATÍA
La homeopatía sirve para apoyar y complementar a los tratamientos de una variedad importante de enfermedades, provocando mecanismos de adaptación y reacción del organismo, ayudándole a regularse y recuperarse. Se basa en unos principios fundamentales:
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Ley de lo semejante:
Lo similar cura lo similar. Los síntomas son similares a los causados por unas sustancias, a los provocados por unas enfermedades. Así se asocian determinadas sustancias o remedios con ciertos síntomas para su tratamiento.
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Menos es más:
Mínima dosis mayor reacción energética contraria de la sustancia. Esto se basa en la creencia que una dosis infinitesimal de ella, y sin compuesto ponderal bioquímico, puede ser suficiente para provocar un cambio en su naturaleza según la dosis empleada y la sensibilidad de la persona, teniendo efectos diferentes u opuestos que la original. Este hecho fue descrito y comprobado por Hipócrates, reformulado por Paracelso y manifestado por Hahnemann, liberando el poder o la capacidad curativa de las sustancias que se encuentran en la naturaleza, sin efecto tóxico.
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La energía como medicina:
La vida se considera como una fuerza vital que tiene su propia energía inseparable. Todo lo existente tiene una parte física, otra energética y otra espiritual, y esta energía está en equilibrio y armonía con la naturaleza externa e interna. Sin embargo, determinadas circunstancias dan lugar a ciertos desequilibrios que pueden perturbar esa armonía, manifestándose físicamente, funcionalmente o comportamentalmente. Los remedios homeopáticos tienen por objeto restablecer el equilibrio de esta fuerza vital energética que es la vida.
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Individualismo:
La homeopatía se basa en el hecho de que cada persona es única. En la práctica se toma en cuenta a cada individuo de manera integral, su constitución, su temperamento, su terreno heredado, su propio conflicto emocional, espiritual... Esto conduce a una recomendación homeopática personalizada, de forma distinta y específica para cada uno.
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