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LA TRANSMISIÓN DE LAS MEMORIAS FAMILIARES

Por el Dr. Salomon Sellam

 

En un programa de televisión sobre los harkis, soldados de origen argelino al servicio de Francia durante la guerra de Argelia.

 

La presentadora: “¿Que siente Vd. actualmente después de más de cincuenta años?”

 

El anciano harki, con un nudo en la garganta y las lágrimas al borde de sus ojos: “Siento una profunda injusticia. Francia, a la que yo he servido con amor, valentía y entrega durante más de cinco años, me falló, a mí y a mi familia. Siento cólera en mi interior y los reconocimientos más o menos tardíos no han hecho nada con ella. Tengo la impresión de que fuimos abandonados a nuestra propia suerte. Mis compañeros no tuvieron la suerte de tener un comandante honesto, que fue quien me permitió venir a Francia. Ellos se quedaron allí, en manos de los fellaghas. Murieron todos en julio del 62. Yo eso no lo olvidaré jamás”.

 

La presentadora a la hija del harki: “¿Y tú que sientes?”

 

La hija del harki: “Yo he crecido con la cólera de mi padre, con ese sentimiento de injusticia intolerable hacia Francia. A menudo le he visto llorar a escondidas y yo sabía bien qué podía estar pensando. También siento cólera y lucho hoy en día para rendirle justicia. He escrito un libro y he creado una asociación para el reconocimiento de los derechos de todas las familias de los harkis…”

 

Así es cómo las memorias conflictuales pueden pasar de padre a hija. Tienen un resentir de injusticia, cólera y abandono. Y ella sin saberlo, impregnada de todo este conjunto emocional todavía activo, sigue el mismo camino de cólera e injusticia que pide reparación, la solución práctica. ¿Y si no llega?

 

Acaban de leer la posible programación psicosomática de una ofensa energética, biológica y psicosomática de una Vesícula Biliar, de la cual, las palabras claves son: injusticia, cólera interior y rencor. Sus traducciones somáticas podrían convertirse en migrañas, acúfenos, problemas osteo articulares o digestivos, entre otros. Por lo que, antes de llegar a ese estado de somatización, es mucho más recomendable tomar cierta perspectiva, puesto que la reparación querida, por así decirlo, nunca se realizó ni durante los hechos, ni siquiera 50 años después de los mismos. A propósito de la vesícula biliar transgeneracional, he aquí un caso clínico bastante interesante, el del Señor Fusil.

 

EL SEÑOR FUSIL

Montpellier, primer fin de semana de la formación en Psicosomática Clínica en el que la temática del hombro fue abundantemente ilustrada. Se pronunció una frase: “A veces e inconscientemente somos portadores de una memoria transgeneracional que concierne a los fusilados…” No tuve tiempo de terminar mi frase cuando un participante sentado en el fondo de la sala se levantó dirigiéndose precipitadamente hacia la salida para gran sorpresa de todo el mundo. Seguidamente nos hizo partícipes de su reacción totalmente incontrolada, de origen seguramente impulsiva. La palabra “fusilados” había abierto de repente un dossier activo completamente reprimido. Después de algunos consejos para guiarle en su búsqueda, este es su relato expuesto delante de todo el mundo a la mañana siguiente.

 

“Desde el mismo momento que escuché la palabra “fusilados” sentí un gran malestar a nivel estomacal con náuseas y unas irresistibles ganas de vomitar, que explican mi precipitada salida. Estuve en mi habitación y vomité durante más de una hora. Tenía el estómago completamente removido. No sabía para nada qué me ocurría. Enseguida me tumbé y sentí una inmensa fatiga. Es por esto por lo que me ausenté el resto del día. Esta mañana, estoy mejor y, como él me aconsejó, telefoneé a mis padres para obtener cierta información sobre todo esto. Hace falta decir que no conocía esta historia, por lo menos conscientemente. Hubo una historia horrible de fusilados en mi familia paterna en la guerra del 39 al 45.

 

El fin de la guerra acababa de declararse en el pueblo natal de mis padres. Los Alemanes no respetaron el armisticio. Tomaron rehenes al azar en la población y los fusilaron en la plaza antes de escaparse hacia el Norte. Mi abuelo paterno, al igual que su hermano mayor formaban parte del lote y fueron injustamente liquidados sin que la población pudiera hacer nada. Esta injusticia estaba aún gravada en la memoria de mi padre que no tenía más que siete años en esa época. Yo mismo estoy relacionado con este abuelo por el nombre y la fecha de nacimiento y, si lo comprendo bien, soy el yacente encargado de reemplazarlo”

 

Conclusión: por una parte, este señor es el reemplazo de su abuelo transgeneracionalmente hablando. Posee sobre todo la memoria que concierne a este drama atroz e injusto que la palabra “fusilados” despertó. Por otra parte, su reacción neurovegetativa con náuseas y vómitos está perfectamente relacionada con la injusticia. En efecto, este estado del alma es por lo general generado biológicamente por la vesícula biliar. Esto es su camembert conflictual. Hace falta resaltar que el origen era unifactorial.

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